martes, 22 de abril de 2008

Por no dejar

PST, PST, HAY ALGUIEN AHI?.

Por si todavía alguien de la categoria ingresa a este sitio, les mando una reflexión que encontré en Tochito. com





SI MI PAPÁ NUNCA HUBIERA JUGADO

Dentro de mi experiencia en 25 años como entrenador de jóvenes adolescentes, este comentario hecho recientemente por uno de mis jugadores actuales me llamo mucho la atención: “Si mi papá nunca hubiera jugado, mi vida como jugador seria totalmente feliz”.
La primera reacción que tuve ante el jugador fue el cuestionarlo sobre el porque de sus palabras, lo cual lo alentó a seguir hablando tratando de encontrar refugio en alguien que comprendiera su situación:
“Mi papá al termino de cada juego se la pasa criticándome de que pude haber hecho determinada cosa de una manera distinta, mejor, y haga lo que haga nunca me reconoce de que haya hecho mi mejor esfuerzo y siempre acaba regañándome, además siempre me dice que “EL” lo hubiera hecho mejor, que cuando “EL” jugaba, los jugadores eran de mucho más garra y entrega, y que ahora somos una bola de mediocres que no sabemos entregarnos al equipo como debería de ser ”.
“Además todo el tiempo se la pasa criticando al staff de coacheo, que si la jugada estuvo mal mandada o que si él hubiera mandado alguna otra cosa diferente, y para el colmo de males, ahora anda con que quiere entrar al equipo a coachearme él. El chiste es que nada le parece y el que venga a los juegos es algo que a mí en lo personal me tortura de una manera muy fuerte, y si entrara él como entrenador, la verdad preferiría salirme del equipo” comento.
Después de esto, la curiosidad me orillo a investigar sobre la antigua vida deportiva del padre con gente del medio contemporánea a él, que habían jugado con él, o habían jugado contra él en algún momento determinado de su carrera, enterándome de varias anécdotas simpáticas sobre su paso en los emparrillados nacionales.
Si bien el tipo no era malo, tampoco era lo que le presumía a su hijo al final de cada partido, y para ser cierto, estaba bastante alejado de haber sido considerado un jugador verdaderamente “destacado”, aunque a decir de él, había sido uno de los mejores tackles de la historia de México en la década de los 70s y de la escuela en donde ahora jugara y estudiaba su hijo.
Ante esta situación, opte por guardar la mayor prudencia sobre el pasado del padre y trate de hacerle ver al jugador actual que lo único que pretendía su padre era motivarlo y darle una óptica del juego de pundonor y orgullo, y que si la manera en la que lo hacia no era la correcta para él, que tratara de entenderlo y sobre todo, tratar de platicar fuera de los horarios de los juegos cuando la adrenalina estuviera en sus niveles normales.
Esta situación me hizo reflexionar sobre la gran cantidad de exjugadores que con único afán de motivar a su hijo, y de hacerlo sentir “más seguro”, se dedican a hacer de la vida deportiva del hijo un verdadero martirio al compararlo todo el tiempo con jugadores, sistemas y mecánicas de entrenamiento de épocas pasadas y peor aún, comparándolo todo el tiempo con lo que hizo el propio padre en su época de jugador, ( historias que para ser ciertos, la mayoría de las veces están exageradas en más de un 50%).
¿Cuál es la verdadera forma de apoyar a un hijo que comienza a jugar en este bello deporte?
La forma más fácil y prudente: sentándose arriba en las tribunas mientras el juega en cada partido, llevándole agua para después del juego, cooperando con la tribuna a echar porras positivas para la escuadra, guardando prudencia con nuestros comentarios ante los demás padres de familia sobre las cosas que no sean de nuestro agrado, haciéndole una señal de animo cuando el muchacho voltee a la tribuna buscando nuestro apoyo, pero sobre todo, respetando su individualidad como jugador, dejándolo jugar de la posición que él decida, nunca criticándolo de manera violenta o negativa por algún error que él llegue a cometer en el transcurso del encuentro, escuchando con paciencia sus aventuras y experiencias vividas durante ese encuentro, no criticando a sus demás compañeros, pero sobre todo, dándole una fuerte y grata demostración de agrado al termino del encuentro ( llámese abrazo – apretón de mano - beso – sonrisa – una señal familiar “x”), haciéndole sentir esa tarde, que para la familia en general su actividad es de suma importancia, y que lo vivido en esa cancha de juego haya sido negativo o positivo en marcadores, le dejó una enseñanza que en un futuro le servirá para ser una mejor persona, cumpliéndose de manera casi mágica el objetivo para lo que fue creado el deporte en general: ser una mejor persona física y espiritualmente, lo cual de paso, ayudara a sanar y sellar las diferencias lógicas del crecimiento que hay entre hijos y padres, creando una comunión única entre ambas partes.

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